miércoles, 25 de diciembre de 2019

INTRODUCCIÓN

Que lejos estamos de los años sesenta del siglo pasado, yo mismo de no ser por las notas que diariamente fui apuntando en unos folios olvidados hasta el día de hoy, no me acordaría de nada. Y si eso me pasa a mí que fui el pequeño protagonista de mi historia particular, no hay que discurrir mucho como para saber que las dos generaciones posteriores a la mía no estén enteradas de lo sucedido en esos años de los que voy a dar cuenta más adelante. Ahora esas notas las tengo delante de mí, comienzo a leer esos párrafos escritos a bolígrafo, cierro los ojos, no ha pasado ni un segundo desde que dije que mi mente no se acordaría de nada y por arte de magia cada apunte lo voy proyectando en mi imaginaria pantalla. La verdad es que a medida que voy leyendo esos bocetos, mas convencido me encuentro de que deben salir a la luz e informar cómo funcionaba la sociedad en aquellos años en el que el Régimen comenzaba a aflojar en términos actuales la tenaza de la opresión en una Institución de raigambre nacional.

Comenzaban a rodar los años sesenta y este joven como todos, nos creíamos que íbamos a conseguir las mejores metas soñadas y lo mejor de todo  sin apenas esfuerzo. Las lecturas en nuestros ratos de ocio de los años anteriores se reducían a los tebeos, comic de aventuras, novelas del oeste, hazañas bélicas. El Quijote, los clásicos españoles y poco más lo recibíamos en el colegio. La vida era muy sencilla, apenas sin complicaciones, juegos sencillos, el fútbol, alguna pequeña pelea, el cine los domingos, pero sobre todo la misa, la Santa misa todos los días del año, con la excepción de las vacaciones en el pueblo de mis abuelos en la que los chicos tenían una pequeña bula y se solía correr por el campo. No quiero adornar más esta introducción. Como decía un poeta “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

Al grano, este joven, yo, decidí ingresar en el Cuerpo de la Guardia Civil como un represor más del Régimen dictatorial que imperaba en España y que en estos momentos en el año 2020 está muy vigente tras implantarse la Ley de Memoria histórica.
Casi siempre, todo lo que se ha escrito en la historia pertenece a grandes hombres ilustres de cualquier medio, político, social, económico, miliar, eclesiástico etc.., todos ellos en la cúspide de su categoría, pocas veces aparecen historias de gente sencilla, para que nos entendamos, de peones. Ahí es dónde radica una pata de la historia con la que se debe contar y en muy pocas ocasiones sale a la luz.

Si seguís leyendo estas líneas os enteraréis cómo funcionaba la Guardia Civil en el escalón más bajo de la Institución, es decir; el guardia 2º en los años sesenta del siglo pasado, esos leales soldados represores franquistas encuadrados en el Benemérito Instituto. Han pasado los años y un sector de la sociedad en el siglo veintiuno les sigue odiando por haber cumplido las órdenes del bando vencedor.
Nada más, espero que después de leer estas narraciones, llamémoslas aventuras de un guardia 2ª represor, saquéis vuestras propias conclusiones de cómo era la vida de esos guardias civiles que se comían a la gente cruda.
 
Me permito decir que todo lo que vais a leer son una mezcla de realidad y fantasía, espero que nadie se identifique con los personajes, estan ahí y son el producto de unos años de transición entre la dictadura dura dura y blanda de un régimen odiado por los políticos de derechas o de izquierdas a los que no se les permitió meter mano en la tarta de todos los españoles si bien a estos últimos el odio ha encarnado en sus cuerpos despues de casi un siglo de haber perdido la guerra.



Fernando 

Capitulo IX -LOS BOMBEROS-

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